viernes, 24 de abril de 2009

ROSA HERRERA BOSSIO

Nacida en Barranquilla el 18 de mayo de 1974. Comunicadora Social-Periodista, egresada de la Universidad Autónoma del Caribe en el año de 1996 y especializada en Gerencia y Gestión Cultural en la Universidad del Norte en 1998. Poetisa y asesora cultural. Estudió en el Taller Nacional de Teatro en Costa Rica.

Ha participado en revistas culturales como Luna y Sol y Luna Nueva de Caribe.

Libro publicado: poemario prologado por Meira Delmar, “Ese Bendito Vicio de Tragarnos Todo", Editorial Liderar (2004).

Premios otorgados: Premio Nacional de Poesía de la Universidad Metropolitana en 1997. Ha hecho parte de varias antologías poéticas en la ciudad como “Calamar”, “Luna y Sol” y “En los estertores del tiempo”.


Correo electrónico: rosabossio@hotmail.com


POEMAS:

AFLORA EL ROJO

Hoy me siento roja, no preguntes por qué.
Serás mi caballero cómplice.
Bébeme a sorbos toda la noche,
porque hoy me siento roja.

Soy el vino que tu garganta espera,
musita la pasión con tu boca de manzana.
Voy a exprimir las horas y servirlas a la mesa,
mañana puedo ser gris, rigurosa y rutinaria.
Por eso has de tomarme toda,
sin excusas ni omisiones.

Soy vergel y soy panal.
Seremos danzantes salvajes
en esta, nuestra guarida familiar.
La sangre bulle bajo mi piel
y no deseo callarla.
El vigor me sobra,
la noche ha entrado en mí
con un brillo escarlata.
Hoy soy feliz,
hoy me siento roja.


MADURANDO EL AMOR.


He explorado mil formas de decir te amo
sin que logres creer ninguna,
puedo mejor decirte en cuántas formas te he odiado
antes de madurar este amor que se descascara
y deja en su interior lo más preciado.
He botado las partes podridas y las crudas.
Esto queda, amor, si te satisface,
es lo mejor que te ofrezco después de tantos años
jugando a agricultora con un fruto tan esquivo
a las manos del granjero.


BIENVENIDA


A Valentina...

Tan cerca de la muerte hallé la vida,
me he desdoblado, multiplicado
en dolores pródigos y alaridos fecundos.

En cada pausa del martirio clamaba el pronto final
aunque fuera una herida innecesaria,
suplicando a los de blanco por el filo de la cuchilla.
Pero siempre dicen que parir es mejor.

Es curioso que parir y partir se asemejen,
mi dulce criatura encendida acabas de asomarte,
a esta hora partes de tu paz amniótica,
partes y vienes a mí,
vienes a mí, que no te ansiaba,
simplemente dejé que llegaras como una visita sorpresa,
inesperada y perturbadora.

La joven uniformada me reprocha: - ¿no te alegras?
Porque no podía ocultar mi cara de asombro y de miedo.
Esa criatura encendida, con ojos grises espantados,
no emitió ni un intento de llanto,
aferrada al calor de mi vientre, se fue rodando veloz
hasta llegar a su vianda, muy exigua para su hambre.

¿Te he dado la luz , mi pequeña?
De ti depende,
de ti depende.

MILAGRO


A Caleb...

Una bola de fuego me han sacado del vientre,
púrpura carne blanda, recién hecha,
mirada intensa hasta la tortura.

Yo te saludo, varón.
Calma tu enojo y tu llanto,
no veo sangre en tu piel azulada,
debe ser un buen presagio.

Ya te irás despintando y tus finos torzales
trocarán en suaves rizos.

El milagro ha sucedido,
no sólo por haberte arrojado desde mis profundidades
o por tu hondo respiro al aire
luego de casi trescientos días,
son tus proporciones ciclópeas
las que me vuelven heroína.

Soy una ostra menguada que ofrece su mejor perla,
aquí termina la jornada y comienza la faena.

¡Aquí cierro la cuenca y recobro mi cuerpo!


CUESTIÓN DE AMOR O MUERTE

Compuse inagotables versos de amor,
para los novios de mis amigas.
Escribí tantas cartas y poemas por encargo,
que ya olvidé las palabras usadas entonces.
Contigo he de crear un verso nuevo,
una palabra flamante.

Intento eternizar una hoja en blanco,
recordando tu cuerpo, tus miradas.
Y entre más sublime la quiero,
la poesía me brota más mundana.

Propicié tantos encuentros,
amparé noviazgos,
romances imperecederos nacieron de mis líneas.
Y como maldición de celestina
ha quedado inmóvil, extinta la musa.

No logro expresarte la inmensidad
de este amor que me tortura.
Las palabras no acuden a mi boca,
ni una letra sale de mis manos.

Se está adueñando la noche del momento,
pronto llegarás a este sitio tan poblado.
Y entre amigos, saludos y licores, no sabré qué decirte.
La maniobra era un papel en tu bolsillo.
Pocos segundos, el pulso se acelera.
Puedo ser una vez más la tonta que te estima.
No debo dejar que ocurra, y dejarte ir.
Y ver pasar las parejas.

Voy a tomar el impulso con estos años a cuestas.
Sin un poema de amor, sólo te ofrezco mi vida.


DENSIDAD



A un metro bajo el mar la caracola vislumbra la playa
y se aproxima a encallar.
A 10 metros bajo el mar un salmón muere
después de vencer la corriente y depositar su semilla.
A 100 metros bajo el mar
los atunes emprenden su partida hacia las aguas tibias.
A 1000 metros bajo el mar
el delfín se prepara para subir y saltar.
A imprecisos metros la fragilidad humana se ahoga.
Cada quien con su destino y a su hondura...
Un gran volumen de mí debe ir a las profundidades
para poder seguir a flote.


MODESTAS REFLEXIONES

“No puedo creer que Dios quisiera
jugar a los dados con el universo”: Albert Einstein


Me niego a ser materia rutinaria.
Me niego a ser somera.
No da igual que sea de día o de noche,
si es lunes o sábado,
si llueve o brilla el sol,
me niego a sentir indiferencia.
Si las cosas que han de ser finalmente sucederán,
si nada es casualidad, si todo es causalidad,
si somos los autores pero también existe un plan…
Al final del camino hallar pesadumbre o paz,
quererse ir o desear continuar,
ser una fuente de agua en medio del desierto,
una flor de loto en medio del pantano…
No he descifrado las reglas del juego,
pero voy a seguir jugando.
No quiero preceptos ni permisos,
reclamo para mí los días que vivo y los comparto.
El infierno y el paraíso son ahora mismo,
“y no puedo creer que Dios juegue a los dados…”

ELLA

El mito de Sísifo despierta con ella cada mañana,
tiende las camas, barre la casa.
Desayuno listo, el beso al marido.
Los platos son como la enorme roca
subiendo y bajando de la montaña.
Ídem la ropa.
Los niños vuelven de la escuela,
la mesa lista y des-lista en un parpadeo.
Ella quisiera jugar a que es doncella
y canta: “no tengo edad...”
Puede escabullirse pero la roca pesa y la persigue.
Ayer se convierte en hoy
y hoy espera volver a subir la cuesta mañana.
Hasta que pueda romper el hechizo.



LA TORMENTA

Peor que las ganas reprimidas de llorar,
peor que el deseo insatisfecho de jugar
en el espacio cuadrado y sagrado de tu cama,
mi lecho.
Peor que un grito
o mil voces atropelladas en medio de la noche,
es este silencio.
Esta nube de dudas que se esparce entre nosotros.
Este rayo amenazador que se cierne sobre mi testa.
Pero nada está deshecho aún,
nada está consumado, aún.
Y este frío amargo me recorre todos los huesos
sin atreverme a mirar al cielo.
Cuando tenga que caer sobre mí la tormenta,
soportaré de pie y con los ojos abiertos.

TU BOCA

Esa boca que ansío besar está hecha de almíbar fresco.
Tan perturbador candado la cerca que provoca vulnerarlo.
Me siento llave, punzón,
gancho que se atreve a penetrar.
Por esas delicias soy capaz…
Qué atentado a la paz son tus labios.
Tu risa profana me trastorna hasta la sangre,
la siento hirviendo en este pobre cuerpo,
Bomba de tiempo.
Tu boca hace el conteo final.

NO PRETENDAS…


No pretendas atraparme, son mis alas infinitas.
Si las presionas me desplumo, me deshago en pleno vuelo.
Que divaguen en el aire como hojas arrancadas de un cuaderno.
No intentes hacer del amor una jaula para una gaviota sin dueño.
Acéptame carcelero, fugaz como las palabras.
Me acompaña sólo la brisa
y aún no veo horizonte en esta hégira de invierno,
sin motivo apremiante que no entrañe libertad.
No desesperes,
olvidas que soy ave viajera
y cuando tengo sed bajo al mar.





LA LUNA DETRÁS DE LA CORTINA


He visto la luna tras la cortina clara
anfitriona de la noche difusa y solitaria
prisionera de la niebla que oculta su destello
envidiosa de las horas avanzando a sus espaldas.

Completamente redonda y llena
pero algo le falta,
creo verla llorar detrás del velo amatista
como cuando lloro fingiendo que es la brisa,
similar a cuando busco, sin poder hallar nada.

Tus palabras en mi mente persisten:
“que tus sueños no sean altos”
para que puedas alcanzarlos uno por uno,
como quien va de compras
y escoge los envases más cercanos,
como si fuera sólo cuestión de alargar el brazo.

Pero la ilusión es necia
y no conoce de distancias y tamaños.
Si son altos o son bajos, poco importa.
No he medido la estatura de mis sueños.

Pero sé que están enmarañados,
como la luna tras la cortina de nubes.
Cerca o lejos, testigos son los años.

Dime cuándo alcanzar mis sueños que me duelen tanto,
si la vida se acorta y mi tiempo es de barro,
si tropiezo y me aferro largamente a la caída.

Dime cómo luchar con los sueños anegados.
Permíteme guardarlos dónde nadie los destruya.
Encontrar un refugio dónde no les hagan daño.

Y volver con vigor otro día, otra luna,
para salvar el tesoro, con tu ayuda, desenterrarlo.